Canción: Ritos funerarios

Musica: Javier González Letra: Antonio Libonati

Planchó Angelito Rolón
en la mano enarbolando
los cien pagarés prendarios
por el saldo del renó.
Justo el cuore le falló
pobrecito que ironía
y pensar que el otro día
dijo que allí comenzaba
a vivir con alegría
una vida reposada.

Jornadas de veinte horas
en diez años consecuentes.
Compró la casa, los muebles,
la notebook, la aspiradora,
las lolas a la señora
y se implantó un comedor
yugando de sol a sol
pagando cuota tras cuota.
Seriecito y buen varón,
no aflojó ni una vez sola.

Jefes, patrones, parientes
en el velorio elogiaron
la conducta del muchacho,
trabajador y decente.
Vino un cura de repente
y allí se puso a rezar
y lo que pude escuchar
pobre Rolón, qué ironía!
le dijo: -descansá en paz!
con la falta que le hacía.

También estaba la viuda
de jeans y de anteojos negros
acompañada de un reo
en ojotas y bermudas.
Con la trompa bien barbuda
le chamuyaba despacio
palabras dichas de lado
pero que yo pude oírlas:
-Por fin reventó el fina´o.
Ahora vamos a vivirla!

Al pibe no lo llevaron
se quedó con la abuelita,
que lo entretuvo en la quinta
pa´evitarle el lagrimón.
Dicen que cuando escuchó
preguntó si es que era cierto
y lleno de desconcierto
a la abuela interrogaba:
ahora con el papi muerto
a Disney, quién lo llevaba?

Si comprendés la lección
de esta historia desgraciada
lo que le pasó a Rolón
seguro que no te pasa.
No te metas en la rueda
del laburo sin control.
Vivir cada vez mejor
no es una cuestión de plata,
despacito y cara al sol
si no es en auto, de a pata.

Discos en los que aparece