(Música: Javier González/ Letra: Héctor Negro)
Hoy el café se abre
más allá de su puerta
y en su niebla de humo
se respira otra cosa.
Sus antiguos fantasmas
de pronto se despiertan
y por los ventanales,
irrumpen mariposas.
Arrimemos las mesas,
las sillas, ceniceros…
Y alrededor pongamos
nuestra intacta tibieza.
Digamos las palabras
de saludo primero,
que ya vendrán solitas,
las otras que nos pesan.
*Fundemos sobre este
cordial confesionario,
la “Orden de la vida”,
donde todo florece.
Encendamos un fuego,
y pongamos el fuego
que por dentro nos crece.
Escuchemos a todos,
desde el mozo al cajero,
al chiquilín que asoma
su nariz curioseando,
al habitué callado
que calienta el garguero
y al vendedor que llega,
su pregón anunciando.
El poeta en su turno,
el cantor en el suyo.
La muchacha cansada
con ojeras violetas.
Cada uno sumando
su voz a este murmullo,
que entre todos haremos
una ronda completa.
*
Una ronda de voces,
abierta y solidaria,
para contar las cosas
que la vida nos deja.
Para encontrar la justa
esperanza necesaria
que a tanto cielo oscuro
con su brillo despeja.
Y otra vez con los brazos
en alto y los sueños,
con la palmada amiga
y la mano fraternal,
nos iremos como antes
pero con otro empeño
a desterrar por siempre
la amarga soledad.